El verdadero: ¡Buenos días juventud!

Jesús es, en verdad, el "¡Buenos días juventud!" , la luz que nunca se apaga y que siempre nos invita a levantarnos, crecer y compartir su amor.

Hugo Vasquez Natareno

12/24/20242 min read

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Hace siglos, antes de que celebráramos la Navidad como hoy la conocemos, el 25 de diciembre ya era una fecha especial para muchas culturas. A medida que el invierno avanzaba y nos acercábamos al solsticio, las noches se hacían cada vez más largas y frías, mientras el sol parecía esconderse un poco más cada día. Quizás, en aquellos tiempos, algunos pensaban que la oscuridad ganaría la batalla y que el sol no regresaría. Sin embargo, cuando llegaba la noche más larga, ocurría el milagro: el sol volvía a brillar con más fuerza, invicto, y con él, la promesa de un nuevo amanecer. Así, el 25 de diciembre se convirtió en el Dies Natalis Solis Invicti, el nacimiento del "Sol Invicto," que simbolizaba el triunfo de la luz sobre la oscuridad y el inicio de días cada vez más luminosos.

Con el tiempo, nosotros, los católicos, también elegimos hacer nuestro este día, no para honrar la luz de un astro, sino para celebrar una luz mucho más poderosa: el nacimiento de Jesús. Así como el sol invicto traía la promesa de días más largos y el renacer de la vida, Jesús trajo una luz que va más allá del mundo físico, una luz que ilumina nuestro corazón y nos guía en los momentos de mayor oscuridad. Al celebrar su nacimiento el mismo día en que nuestros antepasados festejaban el regreso del sol, los católicos encontramos un significado profundo: Jesús, "la luz del mundo," había venido para disipar nuestras sombras, mostrarnos el camino y ofrecernos una nueva vida en su amor.

Por eso, cada 25 de diciembre es mucho más que una celebración: es un "buenos días" que se renueva para cada uno de nosotros. Así como el sol promete amaneceres después de cada noche, Jesús es esa esperanza viva que nos invita a comenzar de nuevo cada día. Su nacimiento es un "buenos días" eterno, que nos recuerda que siempre hay un nuevo amanecer esperando. Jesús es, en verdad, el "¡Buenos días juventud!" , la luz que nunca se apaga y que siempre nos invita a levantarnos, crecer y compartir su amor.