¡Nos consagramos a permanecer unidos!
En ocasión del aniversario del voto heroico de San Juan Bautista de La Salle y sus hermanos.
Hugo Vásquez Natareno
11/21/20253 min read


El 21 de noviembre de 1691, en medio de una profunda crisis que amenazaba la continuidad del naciente Instituto, Juan Bautista de La Salle, junto con los hermanos Nicolás Vuyart y Gabriel Drolin, firmó lo que hoy celebramos como el voto heroico. El texto original expresa: “Nos consagramos a permanecer unidos para mantener la Sociedad, aunque solo quedáramos nosotros tres y aunque tuviéramos que vivir de pan y agua” (HHEECC, 2001). Esta decisión, tomada en una pequeña habitación del Hôtel de la Cloche, en Vaugirard, está lejos de ser una heroicidad romántica, sino ser la fidelidad radical a una Misión Educativa que se consideraba indispensable e impensable para los pobres de su tiempo.
Esta promesa de permanecer unidos “aunque solo quedaran tres” no tuvo una permanencia literal. Tras los conflictos que atravesaron al Instituto, tanto Vuyart como Drolin terminaron dejando la comunidad en años posteriores. Este hecho histórico, lejos de deslegitimar el voto heroico, abre una pregunta profunda: ¿qué celebramos cuando recordamos aquel acto? La respuesta no está en la permanencia física de quienes firmaron, sino en la fuerza espiritual de su decisión. El voto heroico no garantizó la estabilidad física de los firmantes, pero sostuvo la existencia de la Comunidad que dio origen a una familia.
Para los lasallistas de hoy: hermanos, seglares colaboradores, educadores, voluntarios, familias y jóvenes; el voto heroico no se lee como una exigencia de perfección, sino como una inspiración. Se reconoce en él la fidelidad a aquello que uno ama: la educación, la dignidad humana, la fe vivida desde el servicio, la transformación social y la opción por los más vulnerables. La Salle y los primeros hermanos sostuvieron una obra; a los lasallistas de hoy nos toca sostener una misión. La fidelidad no consiste únicamente en permanecer dentro de una estructura religiosa o comunitaria, sino en mantener viva la convicción que dio origen al carisma: ofrecer educación humanizadora, liberadora y significativa desde donde cada uno se encuentra.
Actualizar el voto heroico hoy implica reconocer que las dificultades ya no son las del siglo XVII. En aquel entonces, la amenaza era la pobreza extrema, la oposición clerical, la inseguridad jurídica y el riesgo real de disolución (HHEECC, 2001). Hoy, los desafíos toman otras formas: el individualismo que impide crear comunidad; la dispersión que generan los ritmos acelerados; la incapacidad de desconectarse para escuchar; la fragilidad de los vínculos; la presión social hacia la productividad antes que hacia la fraternidad. Vivir el voto heroico hoy, significa elegir la comunidad cuando es más fácil elegir la individualidad; formar una familia cuando la cultura posmoderna premia la independencia absoluta; participar en un grupo juvenil cuando la tendencia es evitar cualquier compromiso estable; sostener una escuela o una obra educativa cuando el contexto socioeconómico desanima y descarta la labor educativa.
El voto heroico no se reduce a la historia de tres hombres que decidieron permanecer unidos. Es un símbolo inspirador que interpela a toda la familia lasallista. Ser lasallista hoy es hacer votos heroicos en múltiples direcciones: con la comunidad educativa, con los estudiantes que requieren nuestro acompañamiento; con los compañeros de misión (aunque no sea obra lasallista); con los jóvenes que buscan sentido para su vida; con el medio ambiente que necesita acciones; con la sociedad que reclama ciudadanos solidarios y no indiferentes. El voto heroico no exige proezas extraordinarias; exige convicciones firmes en medio de la vida ordinaria.
Recordar y conmemorar el 21 de noviembre, no es idealizar el pasado, sino reconocer que el espíritu del voto heroico sigue vivo cada vez que los lasallistas optan por la fraternidad frente al individualismo. El voto heroico continúa renovándose cada vez que alguien decide educar, acompañar, escuchar o construir esperanza desde su espacio, desde su lucha, desde su ambiente, aunque este, no sea propiamente un ambiente lasallista. ¡Nos consagramos a permanecer unidos!
Hugo Vásquez Natareno
Referencia:
Hermanos de las Escuelas Cristianas. (2001). Jean-Baptiste de La Salle y la fundación de su Instituto. “Hermanos consagrados” en Iglesia para el mundo (Cahiers Lasalliens, n.º 55; Trad. Hno. César Pallarés, F.S.C.). Maison Saint Jean-Baptiste de La Salle / Ediciones San Pío X.